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- Frustración infantil: entendiendo las rabietas.
Posted by : Pao-Li
viernes, 10 de agosto de 2012
Educa al niño y no tendrás que corregir al
adulto, decía Pitágoras en los tiempos de la Grecia antigua. Este filósofo no
pudo haber arrojado más luz ya que es precisamente en la educación donde yace
la clave para un correcto comportamiento.
Los niños tienen diferentes formas de
expresarse. Alcanzada la edad de
adquisición del lenguaje y al desarrollar habilidades motrices ellos inician el
confuso camino hacia la autonomía e independencia. Se inicia con el deseo de hacer todo “solos” y
a medida que ganan equilibrio y fuerza quieren
igualarse a los adultos. Forma que adoptan para sentirse identificados.
Es entonces de su intento por hacer las cosas
que hacen los “adultos” cuando vienen los berrinches y frustraciones ante la
negativa de los padres o cuando algo no sale o no se hace como ellos quieren y
esperan. Frustraciones que incluso los
adultos sentimos, la única diferencia es que ya hemos creado un mecanismo de
reacción ante ellas.
Es entre los dos y cuatro años de edad cuando
los niños tienden a reaccionar de manera desobediente: pataletas, gritos,
llantos, algunas veces hasta mordidas y golpes. Esto puede resultar exasperante
para los padres, especialmente si se encuentran en un espacio público o fuera
de la casa.
Sin embargo, este comportamiento es
comprensible ya que los niños aún no aprenden a identificar como se siente y
por ende no pueden lidiar con la frustración que implica el no poder hacer las
cosas como quieren.
En este momento es necesario que los padres les
ayuden a comprender. Por un lado que los niños entiendan que con ese
comportamiento no van a conseguir ni una
respuesta afirmativa por parte de sus padres, ni lograr un buen desempeño en
caso de que se sientan frustrados ante algún juguete o tarea.
Se recomienda que cuando los niños reaccionen
con gritos y rabitas los padres los ignoren y le den a entender que están
dispuestos a ayudar siempre y cuando él o ella den fin a ese comportamiento. Esta
actitud debe ser constante no importa si se está en el hogar o en un espacio público.
Esto funciona ya que si el niño o la niña no
tienen público tampoco obtienen resultados. Luego de que se haya calmado, lo
mejor es hablar con él o ella sobre lo sucedido y darle la opción del dialogo
ante situaciones similares.
El
objetivo es que los niños no vean a las rabietas como la manera en la que puede
obtener la atención de sus padres, y siempre que opte conversar antes que
llorar o gritar hay que felicitarles y decirles que se sienten orgullosos de
ellos.
También es importante que los padres aprendan a
conocer a sus hijos. Por lo general, hay situaciones en las que este
comportamiento puede aumentar, como cuando tienen hambre, sueño o se sienten
cansados. Teniendo conocimiento de ello los padres pueden prevenir y
evitar los berrinches.
La tarea de educar a un niño es ardua y
sumamente estresante. Otro consejo es
tratar de “negociar” con ellos, en un intento de que adquieran confianza y aprendan
a tomar decisiones. Es necesario entender que el niño o la niña está luchando
por su autonomía e imponerle reglas sin una explicación del por qué lleva a la
confusión y al rechazo por parte de ellos.
Darles participación en las decisiones que les
afectan; darles a entender que ellos aún son niños y que tienen mucho que
aprender; explicarles por qué no pueden actuar o hacer cosas como los adultos
crea una base basada en la confianza, la seguridad y en la empatía.